(En Relación con el Rendimiento, la Fatiga y la Prevención de Lesiones)
1. El Entrenamiento y sus Objetivos
Teniendo en cuenta el concepto propuesto por García Manso (1999), se puede entender el entrenamiento como un proceso en el que el deportista es sometido a estímulos conocidos y planificados (denominados “carga de entrenamiento”).
Estos provocan en él/ella una fatiga controlada que, tras los procesos adecuados de recuperación, lleva a una mejora del rendimiento deportivo específico para cada disciplina deportiva.
Según lo publicado por Lancome, Simpson, y Buchheit (2018), la evaluación de varios aspectos de entrenamiento debe ayudar a obtener una visión más integral de la relación dosis/carga-respuesta/efecto de los deportistas en el proceso de entrenamiento.
Las razones de este interés están dadas en la necesidad de individualizar los entrenamientos para mejorar los rendimientos y disminuir los riesgos de lesión.
Así es que, hay que tener en cuenta que las lesiones en el deporte profesional (un promedio de U$D 12,5 millones por año, por equipo de fútbol, en las cuatro mejores ligas del mundo) generan costos extremadamente elevados y afecta al rendimiento del equipo.
El Caso de los Deportes Colectivos
Los deportes colectivos son disciplinas deportivas que involucran la participación de dos equipos o más, donde los jugadores trabajan juntos para alcanzar un objetivo común.
Estos deportes se caracterizan por requerir interacción entre los miembros del equipo, estrategias coordinadas y cooperación para lograr el éxito en el juego. Algunos ejemplos de deportes colectivos incluyen el fútbol, básquetbol, voleibol, hockey, rugby, entre otros.
Por lo tanto, es primordial que los grupo de trabajo en los deportes colectivos intenten cumplan los ojetivos generales del entrenamiento:
- mejorar el rendimiento.
- disminuir lesiones en los deportistas.
De esa manera, hoy en día, el conocimiento y manejo adecuado de la carga en los entrenamientos y las competencias son elementos fundamentales.
2. Demandas Físicas Generales de los Deportes Colectivos
Actualmente, los deportes colectivos demuestran un aumento en las demandas físicas de la competencia debido a los cambios en las reglas y la evolución de estrategias (Ben Abdelkrim, El Fazaa, y El Ati, 2007; Cormery, Marcil, y Bouvard, 2008).
Así es el caso del básquetbol, poor ejemplo, donde los jugadores requieren una aptitud física adecuada para poder jugar con éxito, incrementar las posibilidades de ganar, y paralelamente, disminuir riesgos de lesión (Schelling y Torres Ronda, 2016).
Características
Las principales características que poseen los jugadores de los deportes colectivos en donde se comparte el terreno de juego con los oponentes son:
- acelerar,
- desacelerar,
- cambiar de dirección más rápido que el oponente,
- mantener la suficiente estabilidad dinámica soportando los contactos y los empujes o tracciones de los oponentes en el juego,
- saltar más alto y rápido que los adversarios,
- ser capaz de hacer los puntos anteriores más cantidad de veces que sus adversarios, en el transcurso de la competencia con menos fatiga.
Además, estas acciones deben llevarse a cabo con compañeros de equipo, contra los oponentes, en relación a una pelota y a un campo de juego. Esto significa de manera óptima en relación a un contexto específico (Martín Acero y Lago Pena, 2002).
Una acción “óptima” no necesariamente requiere el máximo potencial del jugador. Sin embargo, tiene sentido pensar que un mayor potencial permitirá una mayor disponibilidad de recursos (Schelling y Torres Ronda, 2016).
Aunque existe variabilidad del sistema de energía predominante en los diferentes deportes colectivos, distintos autores coinciden en que en estos se manifiesta una actividad física intermitente de alta intensidad que requiere una aptitud aeróbica y anaeróbica bien desarrollada (McInnes, Carlson, Jones, y McKenna, 1995).
Si se toma como ejemplo el básquetbol, el estado de conocimiento actual sobre el tema se resume en la siguiente apreciación:
Aunque el rendimiento depende principalmente de la capacidad anaeróbica de los jugadores, la aptitud aeróbica de alta intensidad también resulta importante para mejorar el rendimiento, específicamente la potencia aeróbica máxima (VO2 máx.), que resulta útil para acelerar la recuperación entre los esfuerzos anaeróbicos durante el juego.
Castagna, Manzi, D’Ottavio, Annino, Padua y Bishop (2007)
Además, es crucial tener en cuenta que las demandas físicas dependen de la edad , sexo, posición de juego y tiempo que debe soportarse o repetirse un determinado grado de esfuerzo.
En los deportes de equipo, la capacidad de repetir esfuerzos de alta intensidad (habilidad de repetir sprints -RSA-) es un componente importante de aptitud física específica.
De esta manera, las acciones características de estos deportes son:
- aceleraciones y desaceleraciones de diversa intensidad y de corta duración,
- saltos a dos pies y a un pie,
- giros,
- acciones con y sin pelota,
- lanzamientos y pases con miembros superiores (básquetbol),
- remates y pases con miembros inferiores (fútbol),
- acciones de empujes y soporte de la carga del adversario, entre otras.
Dichas acciones, se presentan de manera aleatoria, combinándose momentos de acciones de alta o muy alta intensidad y de muy corta o corta duración, alternados con momentos de baja intensidad o situaciones de reposo.
Los deportistas deben estar preparados para ejecutar acciones de alta o muy alta intensidad en cuanto a la velocidad y aceleración de movimientos globales, en los cuales se traslada el cuerpo de un sitio a otro. También, para ejecutar acciones localizadas en miembros superiores (pases, lanzamientos, robos), o miembros inferiores (pases, remates, control de la pelota).
Estas acciones deportivas, que se ejecutan con una técnica específica de cada deporte, deben responder a los requerimientos tácticos (de ataque y/o defensa), ya que deben constituir acciones motoras óptimas.
Esto es, cumplir con el objetivo que se pretende en cada acción motriz, a alta o muy alta intensidad, con el menor gasto energético posible. Es decir, acciones eficaces y eficientes para poder ser repetidas de manera sostenida las veces que sea necesarias dentro de una competencia.
Lo anterior hace que se deba tener en cuenta, en deportes con un requerimiento cognitivo muy alto (por la complejidad y la velocidad en la lectura de situaciones, y el tiempo de respuesta motora), la necesidad de desarrollar adecuadamente:
- Por un lado, las habilidades motoras específicas. Por ejemplo, las posiciones de pre-acción, los diversos desplazamientos multidireccionales, los saltos, los giros y las acciones que combinan varios de estos movimientos.
- Y, por otro lado, desarrollar las capacidades motoras condicionales de base de manera adecuada según los requerimientos de los distintos deportes colectivos. Por ejemplo, la fuerza muscular (fuerza explosiva), la velocidad (lineal y con cambio de dirección), y la resistencia específica . No se debería descuidar el desarrollo adecuado de la flexibilidad (estática y dinámica especialmente) en relación con la amplitud de movimiento necesaria del deportista (Schelling y Torres Ronda, 2016)
Para esto, los jugadores de los deportes colectivos requieren desarrollar su fuerza muscular y ser capaces de aplicar fuerza a alta velocidad (en tensiones concéntricas y excéntricas) con miembros inferiores.
Esto es, principalmente, para generar desplazamientos a alta velocidad y sobre todo generar importantes aceleraciones y desaceleraciones. Además, cambios de dirección, saltos y giros, según los requerimientos de resolución de situaciones que plantee la competencia.
Resulta importante también considerar la necesidad de un alto nivel de desarrollo de la estabilidad dinámica del deportista. Esto es debido a que las acciones motrices anteriormente nombradas deben manifestarse en un marco con altas demandas de estabilidad provenientes de las acciones motrices complejas y combinadas.
Además, de los requerimientos externos a partir de la oposición de los rivales en situaciones de ataque y defensa siempre variables (Wheeler y Sayers, 2011).
El correcto desarrollo de habilidades motoras específicas posibilitaría la adecuada aplicación de fuerza por parte del deportista. Esto permitiría una mejora de su rendimiento en acciones motoras y una disminución del riesgo de lesiones (González Badillo y Ribas, 2002).
3. Deportes Colectivos y Fatiga
Las demandas de alta intensidad del entrenamiento y competición, y el estrés fisiológico de los deportistas pueden acumularse a lo largo del período preparatorio y competitivo.
Además, se presentan con signos y síntomas de fatiga que pueden conducir a una disminución del rendimiento y/o lesión (Taylor, Chapman, Cronin, Newton, Gill, 2012).
Combinando medidas objetivas y subjetivas de carga de trabajo y fatiga, los entrenadores pueden generar información de una imagen global de cómo el deportista está respondiendo a:
- la dosis de entrenamiento,
- las exigencias de la competición
- los estresores no ligados a la competencia.
Así, la identificación temprana y el manejo posterior de la fatiga pueden prevenir adaptaciones físicas y fisiológicas perjudiciales asociadas con lesiones. Así como cintribuir con la mejora del rendimiento atlético y la capacidad del deportista (Edwards, Spiteri, Piggott, Bonhotal, Haff, Joyce, 2018).
Se sabe que la fatiga puede inhibir el rendimiento físico. Sin embargo, las definiciones de fatiga hacen que el monitoreo y la medición de los mecanismos subyacentes de ésta sean problemáticos.
Los atributos de fatiga que deben ser reconocidos son:
- la fatigabilidad percibida,
- el mantenimiento de homeostasis,
- el estado psicológico subjetivo del deportista,
- la fatigabilidad de rendimiento,
- la disminución de las medidas objetivas de rendimiento derivadas de la capacidad del sistema nervioso,
- las propiedades contráctiles de los músculos a lo largo del tiempo de entrenamiento/competencia.
(Figura 1)
¿Qué es la Fatiga?
En línea con lo planteado por Enoka y Duchateau (2016), se definirá la fatiga como un síntoma donde la función cognitiva y física están limitadas por la interacción entre la fatigabilidad percibida y la fatigabilidad de rendimiento.
Estas dos medidas son capaces de normalizar la fatiga observada durante las exigencias del deporte. Así es que los deportistas que se fatigan menos son capaces de soportar una mayor cantidad de carga de trabajo antes de alcanzar un cierto nivel de fatiga.
Al investigarse los múltiples métodos para monitorear y manejar la fatiga percibida y el rendimiento en varios deportes (como por ej., la velocidad del esprint, los cuestionarios de bienestar, los marcadores bioquímicos, y las pruebas neuromusculares), se hace necesario un mayor desarrollo de conocimiento derivado de la investigación científica que examine estos métodos de manera longitudinal en los diversos deportes colectivos.
También, en los distintos niveles competitivos (profesionales, semi-profesionales, amateurs), en diferentes edades (juveniles, mayores) y en distintos sexos (varones, mujeres. Todo esto, para poder tener una visión más certera sobre su utilización y aplicabilidad.
Posible solución…
Una posible solución en este punto, podrían ser los procedimientos utilizados y publicados por González Badillo, Sánchez Medina, Pareja Blanco, Rodríguez Rosell (2017), en los cuales se cuantifica la fatiga en deportistas a través de la pérdida de velocidad en acciones motrices determinadas.
Ejemplos de esto son: el salto vertical bipodal con contramovimiento (CMJ), el salto vertical bipodal con contramovimiento con la carga capaz de desplazar a 1 m/s (CMJ 1m/s), y el esprint de 20 m.
La aplicación de estas pruebas constituye procedimientos inmediatos (en tiempo real y no muy costosos). Por otro lado, han sido validadas con marcadores fisiológicos de fatiga (hormonales, metabólicos, enzimáticos y electromiográficos).
Así es que, básicamente, el grado de fatiga post-esfuerzo se puede estimar por la medición de la pérdida de rendimiento/velocidad en el CMJ, en la velocidad con la carga de 1m/s, y en el sprint de 20 metros.
Por MSc Mauricio Moyano y colaboradores.
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